domingo, 25 de mayo de 2008

Arrepentimiento...

Divagar, dialogar conmigo misma, valorar, sopesar sobre realmente nada, es uno de mis grandes hobbies, pero cada vez paso más tiempo pensando, y durante menos tiempo pienso en la nada.

No es mi pretensión torturar aún más mi famélico cerebro con preguntas incoherentes sobre el porqué de mis actos.

Pero no lo puedo evitar, desperdiciar largas horas pensando en la explicación a mi odiosa actitud, a mis errores y a mis triunfos -aunque predominen más los primeros- son preguntas que lanzo gritando al aire, y la respuesta me llega por debajo de mi capacidad auditiva, entonces me enfado aún más si cabe, vuelvo a preguntar porqué, y la operación se repite una y otra vez.

Realmente no me parece divertido extorsionar cada una de mis neuronas haciéndoles preguntas que no me pueden responder.

Y una vez más intentando ahorcarme con la almohada vuelvo a exponer la pregunta más repetida últimamente: ¿Qué he hecho? Sin embargo esta vez no es una de mis odiosas preguntas retóricas, si no que como si de un eco se tratase me llega la respuesta:

-Te has vuelto a dejar ganar por las emociones, has vuelto a valorar mas el aprecio hacia los demás que tu amor propio, has vuelto a pisotear tu orgullo para engrandecer el de otros, resumidamente, te has vuelto a confundir de camino, para la próxima vez busca uno en el que el carril de mayor envergadura sea para ti y no para otro.

Entonces vuelvo a formular la pregunta del millón: ¿Y porqué lo hice? A diferencia de la anterior esta se la cedo a la retórica, se la regalo al aire con la condición de que no me la devuelva.

1 comentario:

Ana. dijo...

Tiene bastante tiempo este texto y no lo he revisado, así que quizá tenga bastantes errores gramaticales u ortográficos.