lunes, 19 de mayo de 2008

Y ahora una obscenidad.

Ella, hecha un ovillo en el suelo tiritaba, su mirada asustada y trémula decía lo que su voz no era capaz de articular: clemencia.

Pero él no estaba dispuesto a dejarla marchar, quería meter el rock que sonaba en el cuerpo de la doncella, así que, con paso firme y alta la cabeza, se acercó.

- ¿Qué me vas a hacer?
- Introducirle un palmo de ritmo a tu cadera.- él sonreía imaginando lo que en ese cuarto iba a suceder.
- ¿Y si yo no quiero?- era una chica fuerte, se podía permitir el jugar.
- Sé que quieres.
- ¿Quién te lo ha dicho?
- Tu mirada intentando desabrocharme la bragueta.

No podía disimular más la efervescencia de sus hormonas, así que comenzó a reír dejando ver, entre sus jugosos labios teñidos de carmín rojo, la hilera de blancos nácares que conformaba su dentadura; en sus ojos era tangible el crepitar del fuego interno que tanto la abrasaba.

Ambos se miraban como si de un duelo de vaqueros se tratase, ella –haciendo alarde de su prepotencia- ponía en sus labios el cigarrillo, dejando que se escapara algo de humo, para después echarlo con suma elegancia, sabía que eso le excitaba. Él recorría una y otra vez su cuerpo con la mirada, aquellos ojos grises, tan expresivos como mentirosos, los apetecibles labios, ese escote provocador, las insinuantes curvas… Les empezó a hervir la sangre, la señorita apagó su cigarro, se terminó la copa de vino, y se fue acercando a aquel manojo de testosterona que delante tenía.

Quería ser cruel, jugar con él, “que se joda” pensaba con maldad, así que le dio un cálido y apasionado beso mientras desabrochaba los botones de su camisa, lentamente comenzó a bajar por su cuerpo, sin parar de besarle, arañarle, morderle, y sacó de las entrañas del pantalón el origen de todo el fuego de su adversario. Lo miró con deseo, se relamió y pronto le hizo desaparecer en sus fauces. Dentro, fuera. Dentro, fuera. Dejaba a la lengua dar largos paseos, en movimientos rápidos y vitales recorría una y otra vez aquél manjar de dioses incestuosos. Él jadeaba de tanta excitación, sentía que de un momento a otro aquello explotaría, y no lo podía permitir.

La asió por la cintura con fuerza, y salvajemente la tendió en el suelo y la desnudó, relamió cada milímetro de su exuberante cuerpo, no podía parar, el frenesí podía con él, se acercó peligrosamente al pubis, pero se quiso hacer rogar, quería que ella pidiera a gritos que se lo lamiera, que la penetrara. La dama era ahora una prostituta, estaba fuera de sí, le agarró la cabeza y se la llevó a donde deseaba, él jugó con su lengua cuanto quiso, con sus dedos investigaba aquel túnel cuyo destino es el clímax, y tanto lo buscó que éste tuvo que hacer su aparición, se regodeaba, le encantaba que aquello se hubiera convertido en una piscina.

Ambos pensaron que ya eran suficientes preámbulos, sabían lo que querían, así que, ¿por qué esperar más? Él entró de una vez, fuerte, rápido, y con movimientos inverosímiles hizo que los gritos se escaparan de la bella amante, gritos que llegaban hasta el cielo y volvían a ellos en un eco, retumbaban las paredes y vibraba el suelo de tales feroces embestidas que se propinaban las caderas. Él no podía contenerse, aquello iba a inundar más aún la ya inundada piscina de ella, hasta que… Hasta que salió todo, junto con un lastimero y profundo gemido.

Se miraron entre ellos, aún ahogándose y jadeantes, y comenzaron a reír a carcajadas.

- Sublime.
- Increíble, eres un salvaje.
- Tú me haces ser salvaje.
- Calla y acércame el tabaco.

Se encendió un pitillo y le dio la calada más honda que pudo, “¡qué gusto!”, pensaba. Entonces él le puso la copa en la otra mano y le cogió el cigarro. Y abrazados, desnudos, tirados en el suelo, dejaron que sus mentes y sus agotados cuerpos, se sumieran en el más placentero sueño.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

OH, DIOS, MIO XD. El titulo lo clava he? jaja. Esta superbien, claro esto solo es capaz de escribirlo una mujer, porque un hombre no tendria autocontrol para ponerse a la escena... jaja, perfect.

Borja Echeverría Echeverría dijo...

Obsceno y a la vez sublime, gran lujo de detalles jej.